La república restaurada quiso avanzar
por el camino de la modernidad, a la vez conservar la Constitución de 1857. El
primer pasó a terminar con las gavillas de delincuentes que pululaban después
de la partida de los franceses. El segundo era restablecer y crear
organizaciones acordes con un Estado laico, representativo y republican. La
tarea no era fácil, pues faltaba la base económica que permitiría financiar las
obras públicas, la pobreza era el enemigo más difícil de vencer.
Porfirio Díaz vio la pacificación del
país: la creación de fuentes de riquezas, el restablecimiento de la agricultura
y el comercio, la introducción paulatina de cierta racionalidad y estabilidad
en el gobierno. La promesa de orden y progreso parecía realizable. En 1880 a la
Revolución delimita uno de los periodos de mayor crecimiento económico y
población.
Entre la clase política el enorme
optimismo de los primeros años de la independencia de 1821 surgió nuevamente a
medida que se iba acercando la fecha mágica de 1910. México se autoproclamo
país moderno, civilizado y progresista con una educación moderna: esto es lo
que creían tener en manos los hombres casados con el racionalismo, es decir,
los científicos y los positivistas. Su, método educativo busco darle al
educando una visión exacta de la realidad basada en la experimentación y la
observación, pero también en el enciclopedismo, para ser oculto y conocedor de
muchas cosas. Este mismo principio se apodero de todas las carreras.
Entre 1880-1910, México produjo hombres
de vastos conocimientos políticos comprometidos, periodistas aguerridos,
músicos inspirados, científicos esforzados la lista es larga pero no hubo mucho
progreso en mejorar la suerte del pueblo: proteger de los abusos militares,
políticos, hacendados, industriales e inversionistas extranjeros.
El
Niño Centro de Enseñanza
Durante el interludio gubernamental del
presidente Manuel González, el congreso Higiénico Pedagógico anuncio el cambio
de enfoque que tendría la educación primaria durante el largo gobierno de
Porfirio Díaz: el niño se convertiría en objeto principal dela preocupación de
los educadores. Asimismo percibieron la enseñanza objetiva y el cultivo de las
facultades físicas, morales e intelectuales. En lugar de premios y castigos.
Los alumnos deberían aprender a reconocer las consecuencias de sus actos para
formar en ellos el hábito de hacer el bien.
Las discusiones fueron una de las muchas
reacciones contra el insalubre estado de los edificios escolares, causas del
aumento de enfermedades como sarampión, viruela, tifoidea, o tina entre los
estudiantes. La mayoría de las escuelas estaba alojada en casa de alquiler
inapropiado que con frecuencia eran también el hogar del director o del maestro
y su familia quienes escogían para su uso las mejores habitaciones.
Los educadores censuraron también la
rigidez del sistema educativo y los métodos en boga, en particular el
lancasteriano. Varios de ellos se habían pronunciado contra el uso excesivo de
la memoria y la coacción. Era urgente una reforma pedagógica que eliminara las prácticas
carcelarias que hacían de los estudiantes víctimas de los maestros y
prisioneros de la escuela.
En 1881, en Alvarado, Laubscher enseñaba
a los niños a leer y a escribir simultáneamente sin el ancestral y tedioso
deletreo e impartía “lecciones de cosas” (ejercicios sobre objetos y
fenómenos que rodeaban de padres y
educadores, los alumnos parecían disfrutarlas.
Laubscher estableció la Escuela Modelo
de Ortizaba (entonces la capital de Veracruz), centro experimental de técnicas
que se difundieron en el estado, primero, y en el país después. Los maestros asistieron a cursos sabatinos
para conocer corrientes pedagógicas nuevas y practicar la enseñanza objetiva.
Si bien el lancasteriano permitía la
enseñanza a mayo número de niños y aliviaba la carga del maestro, el simultáneo
revaloraba el papel de este. La pedagogía Rebsamiana exalto el trabajo del
maestro, antaño tan menospreciado. Para Rebsamen los métodos solo tenían valor
por la habilidad de quien los usaba: el verdadero maestro obtendría buenos
resultados aun así no seguía ciertos linchamientos y por el contrario, nada
conseguiría “el que no es maestro aunque tuviera a su disposición los mejores
métodos”
Rebsamen recordaba al maestro saber sus
enseñanzas en los intereses y conocimientos del niño y guiarlos a descubrir el
mundo por sí mismo. Coincidía con Locke en que “nada hay en el entendimiento
humano que no haya pasado antes por los sentidos” y exhortaba al docente a
recurrir a las enseñanzas objetivas.
Para Rebsamen la verdadera educación
debería desarrollar las capacidades físicas, intelectuales, éticas y estéticas
del niño.
Muchos estados empezaron a abrir las
escuelas normales para varones, lo hizo Oaxaca en 1883, con un plan de estudios
que se aumentó a cinco años en 1890.
La de mayor impacto fue la que en 1887
creo Rebsamen en jalapa, la Escuela Normal de Profesores, cuya fama se extendió
por el país. Fue semillero de maestros y ocasiono unas verdaderas dispersiones
educadoras.
Torres Quintero fue autor de varios
textos, entre ellos el Método Onomatopéyico de lectura, tan popular como el de
Rebsamen. Laubscher, por su parte, llevo sus enseñanzas a Chihuahua pero murió
antes de realizar su proyecto de una escuela normal.
Las inquietudes de estos educadores
fueron compartidas por Joaquín Baranda, ministro de Justicia e Instrucción
Pública durante un largo periodo de 19 años a partir de 1882. Baranda creía en
las escuelas primarias como la solución a los problemas nacionales y en el
Estado como la solución a los problemas nacionales y el Estado como la única
instancia con posibilidad de llevar la educación a todo el país y a todos los
grupos sociales. Impulso la creación de la Normal de México, que además de ser
la primera institución de su género con carácter federal, adquirió la facultad
de expedir títulos de profesor de instrucción primaria.
La Academia de Pedagogía del
ayuntamiento de la capital, presidido por el mismo Dr. Ruiz. La Normal de
México fue solo para varones hasta 1924, a diferencia de la de Jalapa que era
mixta, aunque la primera mujer se inscribió dos años después de su apertura.
En 1890, la Secundaria para Niñas, que
impartía materias aisladas, artes y oficios, idiomas y pedagogía, se convirtió
en la Normal de Maestras y sufrió una reducción en sus años de estudios de seis
que había permitido a la egresadas desempeñar varios empleos y dar clases
incluso de educación secundaria a cuatro, que limito a las tituladas a enseñar
solo en la primarias.
Durante el Porfirito, el magisterio, considerando la carrera
femenina por excelencia, era una de las pocas opciones y algunos ideológicos,
entre ellos Justo Sierra, reafirmaba la creencia de que las mujeres se
inclinaban instintivamente hacia las tareas educaban y el cuidado materia y
moral de los niños.
En 1900, al parecer, 91% de los
estudiantes de normal en el país eran mujeres. En 1907, de los 15 525
profesores, solo 23% eran varones. En menos de 30 años, la profesión de
maestros de primaria se había convertido en una actividad femenina.
No obstante que la profesión de maestros
gozaba de cierto prestigio, los sueldos eran bajos; variaban de 30 a 80 pesos
mensuales comparables con el de un obrero o un conductor de tranvía y el campo,
los salarios de los docentes eran iguales a los de un jornalero.
Sin embargo, a principio del siglo XX el
ejército del magisterio era muy popular: en 1900 había 45 normales en 19
Estados y 2000 estudiantes, la mitad de ellos en el Distrito Federal. En el
mismo año solo el 25% de los 15 000 maestros del país eran titulados.
Un Busca de la Unidad
En 1888 se promulgo la ley de
Instrucción Obligatoria que comprendía la enseñanza elemental. Entre los 6 y 12
años de edad, recibía en cualquier establecimiento oficial o particular. La
meta del ministró Baranda era llevar la educación “a los niños de las grandes
poblaciones o de los villorios y de las haciendas, al campo a las tribus indígenas rezagadas”. El analfabetismo
afectaba a 80% de la población y el índice de asistencia a la escuela era de 41
en un millar.
El mistro buscaba la “Federación” de la
enseñanza unir los esfuerzos de las diversas entidades y adoptar un programa
general. El propósito era unificar la enseñanza primaria.
El primer Congreso de Instrucción
Pública (diciembre de 1889), fue precedido por Justo Sierra.
Baranda defendió un programa educativo
general, así como el carácter laico, gratuito y obligatorio de la educación,
que los congresistas aceptaron, dada la heterogeneidad del país.
Sierra señalaba que “la escuela pública
no puede entre nosotros no ser laica”. Para el educador la palabra “laica” era
confirmación de la absoluta neutralidad de la escuela; el Estado no podía
proporcionar, en ningún otro caso, otra instrucción pero tampoco excluía la
enseñanza religiosa en la escuela privada.
El concepto de instrucción, que daba
nombre al Congreso, fue sustituido por el de educación, promovido, por
Rabsanmen, que implicaba el desarrollo armónico e integral del niño, lo
demostraría que era posible enseñar moral sin religión.
En su lugar, se votó por el simultáneo
que cumplía con los fines instructivo y educativo; se aconsejó tener grupos de
un máximo de 50 alumnos, clases orales, el uso cie la forma socrática y limitar
la “expositivo-dogmática”; el maestro debería dirigir las preguntas a todo el
grupo pero evitar las respuestas a coro.
Los congresistas se pronunciaron a favor de una retribución
digna para los maestros, de proporcionarles ayuda en caso de enfermedad,
distinciones por años de trabajo, jubilación y dispensa de contribuciones y servició
militar.
Maestros ambulantes deberían impartir la
primaria obligatoria en las comunidades aisladas.
Así mismo establecer la enseñanza
primaria superior de dos años como requisito para la preparatoria, crear
escuelas de párvulos al modo de las ideas de Frobel e introducir trabajos
manuales en todos los ciclos.
El segundo congreso de instrucción
(diciembre de 1890 a 28 febrero de 1891) presidido de nuevo por Sierra, abordó
los temas, los útiles y lo mobiliario, los requisitos de higiene, los títulos de
maestros, la Escuela Normal, la coincidencia de los métodos y programas de las
escuelas estatales y las del Distrito Federal.
El método educativo e instructivo
recomendado significaba, por una parte, el orden en el que deberían presentar
los conocimientos: de lo fácil a lo difícil, de lo conocido a lo desconocido,
de lo concreto a lo abstracto, y de lo empírico a lo racional; por otra parte,
la forma de exponer, debería ser la interrogativa y no la expositiva.
Uno de los primeros frutos del Congresos
fue la supresión de la Compañía Lancasteriana en el Distrito Federal y
territorios en marzo de 1890. Las escuelas
que tenían a su cargo se convirtieron en nacionales y pasaron a depender
del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, quien debería de poner en
práctica los métodos modernos de enseñanza.
En la Ciudad de México, el gobierno
Federal que solo tenía 39 escuelas, decreto en 1896 la nacionalización (o
federación) de las 417 municipales.
A principios del gobierno de Porfirio
Díaz, el 10% de las escuelas oficiales dependían del ejecutivo federal y de los
gobiernos estatales, ministeriales que en 1900, los ayuntamientos solo
manejaban 20% de las escuelas.
Aumento la primaria superior de dos a
cuatro años e hizo obligatorios en el Distrito Federal los dos primeros, lo que
de hecho extendió la educación obligatoria a seis años, meta inalcanzable
porque pocos alumnos iban más allá de los primeros años de la elemental.
La preocupación de Sierra para lograr
que los niños acudieran a la escuela le llevo los primeros años del siglo
proporcionar vestido y alimentos y a vigilar a la marcha de las escuelas por
medio de un cuerpo de inspectores.
En la capital al asistencia aumento de
75 000 alumnos en 1900, a 112 000 en 190, una escuela por cada 139 alumnos, lo
que estaba cerca del ideal de una por cada 100 alumnos. Para el mismo año la
escolaridad en el país había aumentado a 59 matriculados par cada 1 000
habitantes. Sin embargo, la asistencia fue muy irregular e hizo evidente la
diversidad.
Por otro lado, más de 81% de quienes
acudían a la escuela vivían en poblaciones urbanas.
Para
el final del Porfiriato el
aumento proporcional de escuelas privadas fue espectacular: en poco más de 30
años su número creció más del doble.
El 16 de mayo de 1905 se creó la Secretaria
de Instrucción Publica, con lo que se cumplió el anhelo de Justo Sierra de que
el ramo tuviera la importancia y autonomía que merecía.
Preparatorias
La Escuela Nacional Preparatoria fue una
de las glorias de la República Restaurada. Al alejar las amenazas extranjeras
tras la caída de Maximiliano, el gobierno tuvo en mente dos objetivos: crear
las condiciones ideológicas que impedirían, en el futuro, una alianza de
sectores tradicionales y de la Iglesia que buscaran en una fuerte influencia
clerical o en una monarquía el remedio a los males del país, y abrir las
puertas a la modernización, mediante el orden y el progreso.
Pero igualmente importante era la
formación de hábitos de estudio y disciplina en los jóvenes, razón por la cual
la Escuela Nacional Preparatoria ocupó un lugar distinguido en la historia de
la educación superior desde el regreso de Juárez al poder.
Antes de 1890 más de una docena se había
atrevido a pisar sus aulas; de esta fecha hasta fin del siglo se matricularon
58. Fue un comienzo tímido pero impactante. Por lo menos habían desaparecido
los obstáculos legales que impedían a las mujeres el ingreso a las
instituciones de estudios superiores y profesionales.
El Segundo Congreso de Instrucción, hubo
oposición a que la Escuela Nacional Preparatoria conservara el método
científico y el plan de estudios contiene, dispuestos en la ley de 1867.Finalmente, a finales del siglo
XIX se modificó el sentido original de la preparatoria, quitándole el sabor
positivista. Al principio del Porfiriato sólo había preparatorias en 17
estados; tres décadas después, 25 de los 29 estados tenían por lo menos una
preparatoria o, en algunos casos, varias del gobierno o privadas.
El Nacimiento de la Escuela de Altos
Estudios y de la Universidad
Mientras el régimen agonizaba, las
autoridades se esforzaban en mostrar al mundo la imagen de un México moderno y
próspero.
La Secretaría de Instrucción Pública y
Bellas Artes celebró estas fiestas con varios acontecimientos: el Congreso
Nacional de Educación; la inauguración de la Universidad Nacional; el primer
Congreso Nacional de Estudiantes; la exposición de pintura mexicana en San
Carlos; la inauguración del edificio de la Escuela Normal de Maestros, la
primera escuela ferrocarrilera y la escuela para niñas La Corregidora de
Querétaro.
Otra fundación que enmarcaba los
progresos hechos en educación, y que dio realce a las festividades del
Centenario, fue la Escuela de Altos Estudios. Era una institución de
perfeccionamiento para profesionistas, una escuela de posgrado que debería
reunir a los mejores conocedores de las ciencias y de las artes, a quienes se
les asignaba la responsabilidad de coordinar la investigación científica en el
país.Por algunos años se
calificó a Altos Estudios de "fantasía porfiriana", de ser una
institución elitista, ajena a las necesidades populares. En 1910, 15% del
alumnado eran mujeres. Fue el antecedente inmediato de la Universidad Nacional.
El Centenario fue una coyuntura
favorable para que Sierra reviviera su proyecto universitario de 1881.
La antigua Universidad, que "había
cesado de tener funciones adaptables a la marcha de la sociedad", así como
a las denuncias de la mala calidad de la enseñanza elemental, lo que decidió a
Sierra a dejar de lado el proyecto. No se dio por vencido, y fortalecido desde
su posición de secretario, presentó ante el Congreso el 17 de enero de 1910 una
nueva propuesta universitaria en la que planteaba el laicismo y resaltaba la
importancia de la institución en la obra educativa nacional.
Su proyecto fue aprobado en mayo de
1910.
La Universidad incluía las escuelas
profesionales, integraba a la Preparatoria y contaría con un consejo del que
formarían parte los alumnos, aunque sólo con voz informativa. La fundación de
la Universidad se redujo a una oficina directiva, la del rector, que se instaló
en la vieja Escuela Normal, ya que las demás escuelas profesionales, salvo
Altos Estudios, contaban con sus propias instalaciones.
El Recuento Final
El índice de analfabetismo a finales del
Porfiriato era desalentador. Más de 70% de la población no sabía leer ni
escribir y el régimen fracasó en llevar la escuela a todo el pueblo, como
anhelaban los educadores.
El Estado de México, Querétaro y
Chihuahua, se destinó 40% del presupuesto a la instrucción pública, sobre todo
la primaria, y los alcances educativos en las cabeceras municipales fueron
enormes. En comparación, la federación destinaba sólo 7% del presupuesto al
rubro educación, cifra que lamentaba Sierra. Los porcentajes de analfabetismo
en 1877 comprueban que hubo logros importantes para 1910.
El Porfiriato dejó entre sus legados la
búsqueda de métodos liberadores, de una educación laica, gratuita y obligatoria
que sirvió de punto de partida a los gobiernos revolucionarios para poner en
marcha un programa educativo universal y unificador. Sin embargo, después de
los años de lucha armada y reacomodos durante la Revolución, se pudieron sentar
las bases que hicieron posible la construcción de un sistema de educación
nacional.
La Ley De Escuelas De Instrucción
Rudimentaria fue aprobada por decreto del sucesor de Díaz, el presidente
interino Francisco León de la Barra, el 30 de mayo de 191.
Dicha ley autorizaba al ejecutivo
federal a establecer escuelas de primeras letras en las que se impartirían en
dos cursos anuales, castellano, lectura, escritura y las operaciones
fundamentales de aritmética. La enseñanza no sería obligatoria y no afectaría a
las leyes, futuras o vigentes, de estados, Distrito Federal o territorios. Las
escuelas estarían abiertas a todos, preferentemente a los indígenas, sin
distinción de sexo ni edades, y para estimular la asistencia se distribuirían
vestidos y alimentos.La
ley convertía al gobierno central en un agente federal de educación,
inicialmente fue admitida sin gran oposición e incluso con entusiasmo por los
estados, con excepción de Coahuila y Colima, celosos de su autonomía.
La ley permitiría al presidente, además,
combatir el alarmante índice de analfabetismo y tener presencia en regiones
alejadas.
Uno de los opositores de la ley fue el
subsecretario de Instrucción Pública, Alberto J. Pañi. En sus obras, La
instrucción rudimentaria en la República y Una encuesta de educación popular,
en la que condensó las opiniones que recopiló acerca de aquélla, y que fue
publicada en 1917, difundió varias críticas sobre la ley, calificada de
"anacronismo pedagógico" pues pasaba por alto varios avances, entre
ellos, la educación integral que contemplaba el desarrollo armónico de las facultades
de los alumnos.
Para Pañi, el escaso presupuesto
destinado a las escuelas sólo permitiría difundir la enseñanza en dosis
homeopáticas. Hubo, sin embargo, consenso en la importancia de extender la
castellanización, pues para muchos representaba la base para consolidar un
Estado democrático. Para algunos, la federalización educativa, es decir la
acción del gobierno federal en las entidades, era un atentado contra la
autonomía de los estados.
En la práctica, las escuelitas no
pasaron del primer año, mezclaron a niños y adultos en estrechos locales,
carecieron de mobiliario y material de trabajo y, por imposición de la
comunidad, no se apegaron a un programa ni a un calendario estricto. Para los
padres, con frecuencia la escuela era una institución ajena. Necesitaban el
trabajo de sus hijos y no había tiempo para el estudio, por lo que la deserción
fue constante. De ahí en adelante, el éxito de la escuela rural dependió, en
buena medida, de la habilidad del maestro para adaptarse al entorno y negociar con
padres de familia y grupos de poder local.
Experiencias Revolucionarias
Las entidades legislaron de acuerdo con
sus intereses y necesidades. Durante los gobiernos de Madero y Huerta poco se
hizo por la educación urbana. Ambos aumentaron los sueldos de maestros, y el
primero estableció comedores escolares. No obstante las convulsiones del
periodo, en algunos estados tuvieron buena acogida proyectos educativos
innovadores.
Llegó a México por medio de escritos y
prédicas de anarquistas, y su filosofía formó parte del credo de un grupo de
trabajadores de la Casa del Obrero Mundial de la capital del país. Esta
pedagogía, basada en la libertad y en la razón, debería formar una juventud
libre de prejuicios y fanatismos. Los maestros que se habían incorporado a las
filas con frecuencia enseñaban las primeras letras a la tropa o a su séquito,
mientras que las escuelas se cerraban, eran ocupadas por los soldados o
abandonadas por los niños que huían de enfermedades o epidemias, tomaban las
armas o suplían el trabajo de sus padres.
Los Vaivenes De La Educación Superior
Mientras la Universidad Nacional y el
gobierno sostenían una relación conflictiva, un grupo de intelectuales y
profesores, miembros del Ateneo de la Juventud, que se había formado en 1906,
impugnaba el materialismo excesivo de la educación positivista y luchaba por
una vuelta al humanismo y al espiritualismo.
En un intento por subsanar el olvido
oficial y acercar a los trabajadores a la cultura, estos disidentes crearon la
Universidad Popular en 1911, con Pañi como rector. Por medio de conferencias
sobre temas diversos que impartían a los obreros en sus lugares de trabajo o de
reunión, la elite académica pretendió mejorar la vida cotidiana de este sector.
Durante el gobierno de Huerta, uno de
los secretarios de Educación, Nemesio García Naranjo, puso fin al carácter
positivista de la Escuela Nacional Preparatoria, socavado ya por los
ateneístas, e intentó abrirla "a todas las corrientes del pensamiento
moderno".
La Universidad y la Preparatoria, en los
años de lucha, estuvieron sujetas a los vaivenes políticos. Carranza no sólo
faltó a su promesa de otorgar autonomía a la Universidad, sino que la debilitó
al separarla de la Preparatoria y desligarla de la difusión cultural, una de
sus principales funciones.
La Escuela de Altos Estudios, por su
parte, transitó de impartir cursos en idiomas extranjeros a una selecta minoría
en sus primeros años, a formar maestros de todos los niveles para las diversas
instituciones educativas del país.
Una Nueva Legislación
Según el artículo 3° de la nueva
Constitución de 1917, la educación elemental oficial sería laica y gratuita; el
artículo 31 la declaró obligatoria.
La Iglesia católica en la educación fue
objeto de acalorados debates. Aun cuando la mayoría de los constituyentes se
confesó anticlerical, para algunos, excluir al clero de la enseñanza era un
atentado contra la libertad y el laicismo, una restricción a la educación. En
el Constituyente se debatió tanto el significado del concepto de
"libertad", como el papel del Estado y su derecho a intervenir en
algunas áreas de la vida del país. Finalmente, ambos grupos negociaron un
acuerdo: el Artículo 3o definió:
La enseñanza es libre pero
será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo
mismo que la enseñanza elemental y superior que se imparta en los
establecimientos oficiales. Ninguna corporación religiosa o ministro de algún
culto podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria. Las escuelas
primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia
oficial. En los establecimientos oficiales se impartirá gratuitamente la
enseñanza primaria.
La
reforma sancionó la intervención del poder público en el ámbito educativo, pero
no delimitó claramente las funciones de la federación ni emitió una ley que
regulara las relaciones entre el orden federal y el local. Por otra parte, el
artículo 14 transitorio de la Constitución suprimió la Secretaría de
Instrucción Pública y Bellas Artes.
Este
precepto fue confirmado por la Ley de Secretarías de Estado del 13 de abril de
1917.Con el cambio
constitucional, la Preparatoria quedó bajo la dependencia del gobierno de la
ciudad de México y en 1918 pasó al gobierno federal.
La
Década De La Reconstrucción, Los Años 20
La
Empresa Cultural
Tras el asesinato de Carranza, Adolfo de
la Huerta, cuyo breve gobierno representó un puente entre la lucha
revolucionaria y la reconstrucción del país, en 1920 puso al frente del
Departamento Universitario a José Vasconcelos. la necesidad de crear una Secretaría
de Educación con jurisdicción nacional, lo que requirió la enmienda del
artículo 73 de la Constitución, Vasconcelos devolvió a la Universidad sus
funciones, le reintegró la Escuela Nacional Preparatoria y la comprometió con
una obra de educación popular y de "regeneración moral".
Álvaro Obregón, sucesor de la Huerta,
Vasconcelos, desde la Secretaría de Educación Pública, creada en 1921, llevó a
cabo una tarea casi apostólica. Como rector de la Universidad había iniciado
una campaña nacional de alfabetización con rasgos de cruzada religiosa en la
que cientos de voluntarios y de profesores improvisados, maestros, alumnos,
universitarios y amas de casa en todo el país combatieron a la
"ignorancia" como un verdadero enemigo público.
la Secretaría, dividida en cinco
departamentos: escolar, bibliotecas, bellas artes, cultura e incorporación
indígena y campaña contra el analfabetismo, e inspirado en las acciones que se
llevaban a cabo en la Unión Soviética, Vasconcelos emprendió una gran aventura
cultural acompañado por amigos ateneístas (Antonio Caso fue el nuevo rector de
la Universidad, Pedro Henríquez Ureña estuvo al frente de la Escuela de Verano,
Julio Torre encabezó el Departamento de Bibliotecas), maestros y artistas.
La difusión de la lectura, el impulso a
la pintura, al teatro, a la música y al deporte eran parte esencial de la nueva
empresa.
De las prensas oficiales salieron 17 de
los 100 títulos proyectados, en tirajes de miles de libros que incluían
lecturas "indispensables", ejemplos de generosidad y de altruismo
para los lectores, entre otros, La Iliada y La Odisea, Los Diálogos de Platón,
Los Evangelios, Lecturas para mujeres, Leyendas clásicas para niños.
Se difundieron autores como Plotino,
Tolstoi, Benito Pérez Galdós, Romain Rolland, una revista "de cultura
nacional", El Maestro, alejada del gran público por su estilo académico, y
otra publicación periódica, El Libro y el Pueblo, también para lectores
selectos, a pesar de su título.
En la capital los teatros, cines,
salones, plazas públicas, mercados, jardines y parques se transformaron en
centros de alfabetización y de actividades educativas y culturales
"redentoras".
Los artistas impartieron clases en las
escuelas primarias: organizaron coros, bailables, enseñaron a dibujar con el
método Best Maugard que rescataba los siete elementos primarios del arte
mexicano.
El secretario apoyó la creatividad de
Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y varios más,
quienes en sus murales en edificios públicos, como la Escuela Nacional
Preparatoria y la Secretaría de Educación Pública, dejaron testimonio de las
luchas del pueblo y contribuyeron a la creación de un espíritu nacionalista.
La campaña de alfabetización despertó
desconfianza o causó indiferencia en quienes deberían ser alfabetizados; la
difusión de los "clásicos" fue objeto de burlas; varios de los
murales fueron destruidos o dañados porque se consideraban poco estéticos.
La Federalización ¿Labor De Apoyo?
La reforma constitucional que permitió
la creación de la SEP autorizaba a la federación a establecer instituciones y
sostener escuelas de cualquier tipo y grado y legislar en todo lo que se
refiriera a ellas, salvaguardando las facultades de los estados.
Las escuelas municipales se habían
reducido a la mitad pero albergaban a un mayor número. Muchas de ellas estaban
situadas en barrios populosos, alojadas en edificios inadecuados; cerca de la
mitad de los maestros carecía de título (sólo 55% era normalista).
El ayuntamiento de la ciudad se vio
forzado a delegar en la Secretaría de Educación el manejo administrativo de 100
planteles, no sin gran resistencia de los maestros. Vasconcelos remodeló
escuelas y fundó centros escolares en el corazón de colonias populares pero
brilló más la construcción o renovación de majestuosos edificios públicos, como
el de la propia Secretaría, en el que aún se encuentra alojada.
Para "federalizar" la
enseñanza y tener presencia en las diferentes entidades, la SEP firmó contratos
o convenios con la mayoría de los estados: subvencionó, fundó y se apropió de
escuelas e instituciones o desarrolló una acción educativa paralela a la
estatal o independiente de ella, y llegó, en algunos casos, a la centralización
total.
La acción del gobierno federal se
dirigió preferentemente al medio rural pues los campesinos, 75% de los 15 000
000 de habitantes del país, habían estado ancestralmente alejados de la
escuela. Según el censo de 1910 el país contaba con 47 082 poblaciones rurales,
de las cuales 96% tenían menos de 500 habitantes.
La educación escolar debería moldear un
nuevo hombre, sano, diligente y moral, y homogeneizar hábitos y costumbres en
bien de la unidad nacional. Las enseñanzas de los maestros rebasaron los muros
del aula e intentaron alcanzar a la comunidad, alterando su ritmo de vida,
enfrentando resistencias y concertando espacios de poder con autoridades
locales. Docentes y escuelas se hicieron sobre la marcha, con ayuda de los
vecinos o luchando contra ellos. Las escuelas con frecuencia se basaron en
estructuras sociales tradicionales y los maestros, a menudo, adaptaron los
lincamientos oficiales a las necesidades o exigencias de sus educandos.
Los jóvenes estudiantes, convertidos en
misioneros laicos, deberían formar maestros o monitores para las Casas del
Pueblo donde, además de enseñar a los niños, congregaban a los adultos en
sesiones nocturnas. Las Misiones Culturales, creadas en 1923, que consistían en
grupos de expertos con diferentes conocimientos y habilidades.
Cambio De Rumbo
El presidente sucesor, Plutarco Elias
Calles, impulsó un gobierno de leyes e instituciones y puso mayor acento en la
educación como pilar de un programa económico nacionalista y de desarrollo
rural. Calles se comprometió a extender la educación rural multiplicando
escuelas. Buscó "civilizar" a los indígenas, homogeneizar sus hábitos
y manifestaciones culturales y hacer al trabajador más productivo y eficiente,
así como modernizar y moralizar a la población por medio de una religión cívica
y de campañas contra el fanatismo y en pro de una vida sana e higiénica.
Calles promovió la enseñanza técnica;
hizo hincapié en "lo revolucionario"; en difundir entre los
trabajadores "libros que los hacen capaces de luchar por la vida" y
folletos sobre industrias y cultivos, en vez de la literatura "ejemplar"
y clásica de Vasconcelos, e impulsó un arte "útil" que capacitara
para ganarse la vida, entre otras acciones.
Las "bases" de la Escuela de
Acción habían sido aprobadas durante el gobierno de Obregón a instancia de
algunos profesores enviados a Estados Unidos.
La nueva pedagogía trajo consigo la
coeducación, poco aceptada por los padres de familia, y reemplazó
paulatinamente los ceremoniosos exámenes públicos con ejercicios académicos.
Las innovaciones causaron desconcierto
entre los maestros, quienes exageraron los trabajos manuales en detrimento de
los académicos; despertaron el rechazo o bien la adhesión entusiasta de los
padres de familia y fueron un motivo más de tensión entre autoridades, maestros
y comunidades
La pedagogía activa siguió orientando la
práctica escolar por varios años, y los maestros la aplicaron según su
conveniencia, o bien de acuerdo con los intereses o dictados de la comunidad.
MAESTROS PARA EL CAMPO
las Casas del Pueblo cambiaron su nombre
por el de escuelas rurales, se esforzaban cada vez más por transformar los
hábitos domésticos; modernizar las técnicas agrícolas y las industrias rurales;
combatir supersticiones, prácticas arcaicas y vicios; promover campañas de
higiene y salud; fomentar la recreación, las manifestaciones artísticas y los deportes.
Los maestros rurales estaban poco preparados para estas tareas: 20% no había
estudiado más allá del 4o, 50% había terminado su educación primaria, y
aproximadamente 8% "había visitado una escuela normal, o cursado en ella
uno o dos años".
Si bien lo ideal era ser egresado de la
primaria, la Secretaría de Educación sólo exigía al futuro maestro haber
cursado 4o.
El gobierno callista dio un débil
impulso a la formación de maestros rurales iniciada durante el régimen
anterior, con la creación de la Normal Federal de Tacámbaro, Michoacán que se
sumó a las varias normales rurales dependientes de los gobiernos locales.
La federal se formó con escasos recursos
y sólo dio 39 egresados en cinco años; siete más abrieron sus puertas durante
el régimen de Calles, prácticamente sin requisitos para el ingreso.
Estas escuelas lucharon arduamente por
su sobrevivencia pues apenas recibieron atención y fondos, quizás porque al
presidente le interesaba más la formación de agricultores que de maestros. Los
egresados tuvieron poco peso en el panorama educativo nacional.
En 1924, la Escuela de Altos Estudios,
convertida en la Facultad de Filosofía y Letras, creó una especialización de
educación rural, para formar maestros, inspirada en la que se ofrecía en
Teachers College.
La Escuela Central Agrícola, la más
representativa de los anhelos del régimen, debería formar agricultores
prósperos y modernos, semejantes a los Farners de Estados Unidos.
La Escuela Regional Campesina, que
debería formar expertos agrícolas y maestros de agricultura.
Sin duda también influyó en esta
transformación el que varios alumnos se entrometieron en la política de sus
localidades o que otros, con el apoyo de Calles, se organizaron para exigir
tierras y formar cooperativas.
Otra razón para incorporarlas a la SEP
fueron los numerosos conflictos entre los directores de las escuelas y las
autoridades municipales.
Un Nuevo Ciclo Escolar
Desde que vio la luz en 1867 la Escuela
Nacional Preparatoria había sufrido numerosos cambios en métodos y planes de estudio
para remediar el alto índice de deserción y despojarla de su carácter elitista
Vasconcelos y el subsecretario Bernardo
Gastelum intentaron, en vano, uno más. Las tirantes relaciones entre el
secretario y el recién nombrado director de la Preparatoria, Vicente Lombardo
Toledano, se rompieron en 1923 por la reacción un tanto desmedida del primero
frente a un acto de desorden de un grupo de estudiantes.
La reforma de la Escuela Nacional
Preparatoria, según el mismo Calles, tuvo como propósitos "democratizar"
la enseñanza ofreciendo salidas a quienes no podían realizar estudios
profesionales y evitar que los estudiantes se involucraran en actividades
ajenas a su quehacer académico. Por ello los jóvenes estuvieron sometidos a un
rígido programa y a férreas medidas disciplinarias. En la ciudad de México se
establecieron inicialmente seis planteles y paulatinamente se fundaron en los
estados, mientras que las privadas se multiplicaron con rapidez. La Universidad
resintió por largo tiempo la mutilación de la Preparatoria y este hecho ahondó
la brecha entre la Universidad y los gobiernos revolucionarios.
Varias instituciones como el Instituto
Técnico Industrial y la Escuela Técnica Nacional de Constructores buscaban
convertir a los varones en trabajadores eficientes.
La Incorporación Del Indígena
El Departamento de Escuelas Rurales e
Incorporación Indígena sustituyó al Departamento de Cultura Indígena,con
la misma idea de años anteriores: bastaba un mismo sistema educativo para
todos. En estos primeros tiempos Sáenz tuvo la obsesión de crear una misma
civilización del mosaico cultural que era México.
los maestros con frecuencia mostraban su
falta de sensibilidad hacía las costumbres de sus alumnos y atentaban
cotidianamente contra ellas: cortaba el pelo a los varones, obligaban a niños y
niñas a sentarse juntos, prohibían a las niñas cubrirse la cabeza, castigaban a
quienes hablaran la lengua materna, por citar algunos ejemplos.
Los niños no podían asimilar las
materias escolares, adaptarse al horario, al encierro en el aula. No faltó
algún maestro que los atara a la silla o al pupitre para que no huyeran. Sáenz
lamentaba que los pequeños que eran vivaces y alegres en sus hogares, en la
escuela se volvían taciturnos y apáticos.
El aprendizaje forzoso del español, la
prohibición oficial del uso de "dialectos" en el salón de clase y las
humillaciones y castigos que sufrieron los infractores fueron otros motivos de
resistencia a la escuela. La SEP recomendó el libro de Rafael Ramírez, Cómo dar
a México un idioma, pero no lo hizo accesible a los maestros que se vieron
obligados a seguir su intuición y a desarrollar su inventiva.
El objetivo era castellanizarlos y
familiarizarlos con el modo de vida citadino para que regresaran a sus
comunidades a "civilizar" a los suyos. En la Casa los alumnos fueron
"desindianizados": transformaron sus vestimentas, les cortaron el
pelo, los sometieron a un nuevo régimen alimenticio y además, a todo tipo de
estudios antropomórficos y sicológicos, en boga en varios países de Europa y en
Estados Unidos, para comprobar su pureza racial y su inteligencia.
Un acierto, sin embargo, fue alentar a
los alumnos a hablar su lengua fuera de las aulas y a aprender el español por
medio de traducción, lo que demostró las ventajas del bilingüismo.
En 1932, sólo 126 exalumnos, 23.5% de
los egresados, ejercían el magisterio. No obstante, la experiencia mostró el
valor de las diversas culturas.
la SEP optó por la creación de once
internados indígenas en el corazón de las comunidades en varios estados de la República,
con el fin de no aislar a los jóvenes de su entorno y además irradiar un modo
"civilizado" de vivir entre los vecinos.
Iglesia Frente A Estado
La Iglesia católica y los padres de
familia adoptaron una actitud retadora frente a los límites que el artículo 3°
imponía a lo que consideraban sus derechos.
Durante el gobierno de Obregón
desobediencias y desafíos de parte de los católicos y represiones y
provocaciones u omisiones del gobierno crearon un ambiente tenso, no obstante
que la aplicación del artículo 3o se pasó por alto.
el problema de México era la falta de
escuelas y había que alentar su creación, aunque fueran del clero.
Para Calles, la Iglesia católica
representaba un poderoso rival y un obstáculo a sus planes modernizadores.
En 1925, el mandatario apoyó la Iglesia
católica, apostólica, cismática del patriarca José Joaquín Pérez, lo que llevó
a la sociedad católica a formar la Liga Nacional Defensora de la Libertad
Religiosa y a organizar un boicot con el fin de paralizar la vida económica
nacional.
La Unión Nacional de Padres de Familia
como un atentado más a sus derechos, forzó al secretario de Educación a
contemporizar, quizás para no agudizar el conflicto, y a reafirmar el papel
moral de la escuela, implantando un Código de Moralidad "que formaría en
el corazón de los niños los más puros sentimientos, para hacer de ellos,
hombres útiles a la sociedad.
La Ley Calles señalaba las penas para
los delitos e infracciones en materia educativa y de culto religioso. En
respuesta, el episcopado suspendió el culto público e instó a los padres a no
enviar a sus hijos a la escuela; a su vez, el gobierno prohibió el culto
privado y desató una verdadera persecución contra prácticas religiosas y
escuelas clandestinas.
El conflicto religioso se extendió por
Jalisco, Guanajuato y Michoacán, entre otros estados, y unido a otros agravios,
como la política agraria, derivó en la guerra Cristera, en una escisión social
difícil de superar y en un marcado descenso de la asistencia a la escuela.
Un Nuevo Camino Para La Federalización
Para crear un sistema educativo paralelo
e independiente al de los estados que en 1926 había directores de educación
federal en prácticamente todos.
Los estados impulsaron
significativamente la educación para reducir al mínimo la injerencia de la SEP,
como Tabasco donde sólo había 18 escuelas federales y Yucatán que contaba con
dos. Los delegados del gobierno central dejaron claro con su discurso que el
sistema federal buscaba la cooperación y no la competencia con el estatal, pero
se negaron a unificar programas. En el mismo año había en el país 2 596
escuelas federales, prácticamente todas unitarias, es decir, de un solo grupo
de diversas edades confinado en una sola aula con una inscripción de 184 720
alumnos.
El Estado de México iba a la cabeza con
218 escuelas, mientras que en el resto del país la presencia federal
significaba, en promedio, 10% de la acción educativa.
Pocos alumnos pasaban del primer año y
apenas 12% llegaban a cuarto.
En Hidalgo y Veracruz sólo 25% de los
niños en edad escolar asistían a la escuela; pocas entidades, como Nayarit,
podían jactarse de tener a la mitad de la población infantil inscrita.
La Década Radical. Los Años 30
La Escuela, Apoyo Del Cambio Social
A partir de finales de los años veinte,
la radicalización de la cultura escolar derivó del esfuerzo de organizaciones
estudiantiles y obreras por darle a la educación mayor contenido social, del
contacto de maestros con campesinos y trabajadores, del éxito de métodos
educativos revolucionarios, de los reacomodos de grupos de poder, de la crisis
económica de México de 1926 y de la capitalista de 1929 que mostró al
socialismo como una solución próxima.
Obregón quien había logrado una reforma
constitucional para ser reelegido en 1928, llevó a la creación del Partido
Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, que agrupó a numerosos pequeños partidos
políticos e inauguró el Maximato.
El promedio nacional de analfabetismo
alcanzaba 66% y en estados como Guerrero, Oaxaca V Chiapas, más de 80%. En una
muestra de 3 611 pueblos que contaban con maestro y más de 500 habitantes, la
maquinaria agrícola era inexistente, menos de la mitad tenían arados de acero,
7% carecían de mercados locales y más de 50%, de tiendas.
En estos años la SEP publicó también
Fermín, libro de lectura del maestro Manuel Velásquez Andrade, dedicado a los
niños del campo.
El triunfo de la Revolución significó la
realización de los anhelos de una vida mejor para toda la familia.
El año de 1929 fue testigo de varios
sucesos trascendentes en México y en el mundo: además de la creación del PNR,
la rebelión de un grupo de militares contra Calles y el presidente Emilio
Portes Gil que puso en jaque "la estabilidad" de la Revolución; la
estrepitosa caída de la Bolsa de Valores de Wall Street; la campaña vasconcelista
por la presidencia de la República y la autonomía de la Universidad Nacional.
Con la supresión de la Secretaría de
Instrucción Pública en 1917, la Universidad pasó a depender directamente del
ejecutivo hasta que Vasconcelos la recuperó para la SEP.
La Creciente Centralización
En 1930 la influencia del gobierno
central en las entidades era aún débil. En ese año, la Asamblea Nacional de la
Educación asignó a la Federación las zonas más aisladas para establecer
escuelas y resolvió, en papel al menos, la homologación de sueldos del
magisterio federal y local.
El licenciado Bassols, el secretario de
Educación más prominente de los gobiernos de Pascual Ortiz Rubio y Abelardo
Rodríguez, firmó en 1933 un acuerdo con Chihuahua para "federalizar"
o asumir por completo la educación primaria en el estado, contraviniendo las
resoluciones de la Asamblea que habían dejado a la federación el papel de
simple auxiliar.
la Ley del Trabajo reglamentaria del
artículo 123 de la Constitución que imponía a los patrones la obligación de
mantener escuelas para los hijos de los trabajadores si las negociaciones o
centros rurales estuvieran situados a más de 3 km de las poblaciones y el
número de niños tuera mayor de 20.
la laicización de la escuela secundaria
que dio a la SEP control sobre 37 escuelas privadas, es decir, necesitaban
apegarse a los dictados y programas oficiales para que sus estudios fueran
reconocidos, y el proyecto de educación sexual.
El solo anuncio de la recomendación del
Congreso Panamericano del Niño en 1930 en Lima, Perú, y de la Sociedad
Eugenésica Mexicana de un programa de educación sexual para los últimos dos
años de la primaria y la secundaria puso a la Unión de Padres de Familia en pie
de lucha, lo que tuvo eco en varios estados e hizo desistir a Bassols.
El "Problema" Indígena
Para principios de la década de los
treinta, autoridades y maestros comprobaron que la escuela era no sólo ajena a
las costumbres y necesidades de los campesinos sino un estorbo en su vida
cotidiana; había sido impotente para cambiar costumbres y no había logrado
siquiera enseñar el español a los monolingües.
El contacto con las comunidades rurales
y con experiencias de otros países americanos, particularmente de Perú y el
pensamiento de José Carlos Mariátegui, convenció a Sáenz de que el factor
económico era determinante de la condición del indígena.
El estado lamentable de las escuelas y
sí poca aceptación entre los campesinos; la apatía y limitada preparación de
los maestros; la resistencia de la comunidad y la lejanía de los investigadores
con la cultura local persuadieron a Sáenz de la necesidad de una oficina
especial para resolver "el problema" indígena, lo que influyó en la
creación del Departamento de Asuntos Indígenas (1936) del cardenismo.
Una Reforma Polémica
A finales del gobierno de Abelardo
Rodríguez, el último gobierno del Maximato, fue aprobado el Plan Sexenal del
Partido Nacional Revolucionario ideado por el grupo callista para encauzar (y
limitar) las acciones del futuro presidente Lázaro Cárdenas.
dentro del seno de la Segunda Convención
Ordinaria del PNR y fuera de él, culminaron los esfuerzos de un grupo radical quintero
a la Convención por rumbos distintos a los planeados por los callistas.
En el seno del Io Congreso de
Universitarios Mexicanos, el 7 de septiembre de 1933, Antonio Caso y Vicente
Lombardo Toledano se enfrentaron en una intensa polémica sobre el carácter y la
misión de la Universidad
una visión humanista del papel de la
institución, defendió la vocación cultural y de enseñanza de la Universidad,
así como la libertad de cátedra, y Lombardo, marxista, el compromiso de la
Universidad con la sociedad y con un proyecto revolucionario.
La educación socialista no pudo
imponerse en la Universidad. El presidente respondió con la concesión de la
autonomía total a la Universidad "para que no cayera en sus espaldas el
peso del fracaso", medida interpretada como un ataque frontal y una
maniobra del Estado para dejarla morir de inanición.
EL Plan Sexenal fortaleció la figura
presidencial y permitió a Cárdenas llevar a cabo varios cambios
revolucionarios. En el aspecto educativo, reforzó el papel del Estado como
educador, conferido por la Constitución de 1917, y además estipuló que la
educación debería ser popular y extensiva y se relegarían las profesiones liberales
para impulsar la educación técnica.
La reforma del artículo 3o en 1934,
aprobada en octubre, dos meses antes de que Cárdenas asumiera la presidencia,
puso de nuevo a la sociedad en pie de lucha.
de acuerdo con el cambio del artículo
3o. El artículo 3o reformado estipulaba que:
La educación que imparta el
estado será socialista y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el
fanatismo y los prejuicios para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y
actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y
exacto del universo y de la vida social.
La falta de precisión del concepto
"socialista" causó desorientación y provocó diversas
interpretaciones, no obstante que durante los debates en el Congreso varios
diputados, entre ellos Manlio Fabio Altamirano, representante de Veracruz, y
Alberto Bremauntz se pronunciaron a favor del marxismo.
El gobierno, por su parte, creó el
Instituto de Orientación Socialista con delegaciones en los estados, con el fin
de guiar la nueva educación por medio de cursos breves, ciclos de conferencias
para los trabajadores y padres de familia, así como otros medios de propaganda.
Las autoridades, por su parte, se
referían indistintamente al socialismo como un régimen de mayor equidad o en
términos marxistas, como una sociedad sin clases. Los textos y programas hablaban
de justicia social y conflicto de clases. Los planes de estudio en los niveles
superiores, en las normales y las regionales, incluían el socialismo científico
y el análisis de las luchas de los trabajadores. En las primarias y secundarias
buscaban hacer consciente al estudiante de su responsabilidad en la
construcción de una sociedad equitativa.
De acuerdo con el modelo pedagógico de
la Unión Soviética, los programas se dividían en tres áreas: naturaleza,
trabajo y sociedad, que darían una explicación "racional y exacta de los
fenómenos físicos", y buscarían destruir falsas creencias sobre fenómenos
naturales, y proporcionarían un fundamento científico de la desigualdad social
y de la lucha de clases". El gobierno emprendió el combate al analfabetismo,
que continuaba siendo alarmante, mediante la Campaña Nacional de Educación
Popular que involucró a departamentos de Estado, organizaciones políticas,
centrales obreras y grupos campesinos y que tuvo como aliadas a las
radiodifusoras del Departamento Autónomo de Prensa y Propaganda y a estaciones
locales de los estados.
Además de impresos de todo tipo, el
gobierno puso en manos de niños y adultos varios textos de lectura, las series
SEP para los trabajadores urbanos y para los niños de la ciudad y Simiente para
los campesinos, grandes y pequeños. Estos textos, ilustrados por los
integrantes de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios formada en
1933, trataban sobre los antagonismos de clase, mostraban una sociedad maniquea
dividida entre buenos, los trabajadores, y malos, los burgueses.
La nueva orientación educativa influyó
de manera desigual en la vida escolar. Varios maestros persistieron en buscar
una vida mejor para las comunidades, modificando apenas sus actividades
cotidianas; algunos se aliaron a la lucha de los trabajadores en detrimento de
su labor académica.
El maestro empleaba parte de su tiempo
en redactar peticiones de tierras, actas de cooperativas, gestionar créditos,
presidir sesiones de sindicatos y fomentar simpatía para Cárdenas.
La interpretación del concepto
socialista llevó a varios maestros a una guerra sin cuartel contra la religión,
a transformar iglesias en escuelas, centros culturales o salones de baile, a
quemar imágenes, perseguir sacerdotes y desmentir las enseñanzas familiares. En
el espacio escolar festivales o ceremonias cívicas sustituían a las
tradicionales fiestas religiosas, la bandera rojinegra a la de la patria y La
Internacional o El Agrarista al Himno Nacional.
El Departamento de Educación Obrera,
inaugurado el Io de enero de 1937, buscó formar en los obreros "un
criterio revolucionario", atender a su educación básica y media y allanar el camino para la educación superior.
El Departamento creó primarias y
secundarias nocturnas en el Distrito Federal y en los estados y en su primer
año de vida atendió a más de 12 000 alumnos. Además de escuelas de arte se
crearon Brigadas Culturales en el seno de los sindicatos, lo que hizo repuntar
la asistencia.
El aumento del presupuesto para la
enseñanza técnica fue espectacular: de 2 330 937 pesos en 1934 a cerca de 9 000
000 en 1940.
El cambio de rumbo en la política para
asimilar a los indígenas se hizo evidente en el Congreso Indigenista de
Pátzcuaro de 1940 que reunió a indigenistas de todo el continente americano y
en el que el aspecto económico del "problema" desplazó al cultural.
Un Balance
En 1934, las reformas legales habían
dejado el manejo técnico y administrativo de las escuelas en manos de la
federación, y además obligaban a las entidades a ajustarse a métodos y programas
de la SEP.
El número de primarias federales había
aumentado de 200 en 1921 a 14 384, más del doble de las que sostenían los
gobiernos y municipios, atendidas por 18 338 maestros. La federación era
responsable de ocho escuelas de Bellas Artes; 18 Misiones Culturales
convertidas a finales del sexenio en Brigadas de Penetración Indígena, que
deberían limitar su acción a las comunidades habitadas por grupos étnicos (las
autoridades pensaban que así se evitaría que los misioneros se aliaran con los
campesinos y los apoyaran en la reforma agraria y en otras luchas por sus
derechos); 32 Regionales Campesinas que habían graduado a 3 162 alumnos como
maestros rurales; varias normales rurales y normales federalizadas en diversos
estados; 184 secundarias, siete secundarias fronterizas y 30 internados
indígenas.
Los programas y planes de estudio
federales, igual que en el pasado, servían de norma y en prácticamente todos
los estados se intentaba poner en marcha, aunque con grandes diferencias, la
nueva orientación socialista. Para fines de la década la escuela había ganado
un lugar en la vida cotidiana de las comunidades y de los grupos urbanos.
En 1940 el recién creado sindicato de
maestros STERM puso en marcha una Campaña Nacional Pro Federación de la
Enseñanza. No llegó más allá de lo logrado por el gobierno federal debido a la
oposición de gobernadores y algunos maestros.
La federalización de la enseñanza fue
paralela a la de otros ámbitos de la vida nacional y tuvo una función
significativa en el proceso centralizador del Estado.
El gobierno federal conquistó áreas
estratégicas en los estados mediante una lucha tenaz y contribuyó al cambio de
las relaciones de poder en las localidades. La construcción del Estado
posrevolucionario se logró, en muchos casos, minando las bases del poder
regional.
La educación socialista perdió terreno y
en el gobierno de Manuel Ávila Camacho fue sustituida por la escuela del amor y
de la unidad nacional.