miércoles, 14 de junio de 2017

LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO

LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO

Los Años de la Lucha Armada
La Ley De Escuelas De Instrucción Rudimentaria fue aprobada por decreto del sucesor de Díaz, el presidente interino Francisco León de la Barra, el 30 de mayo de 191.
Dicha ley autorizaba al ejecutivo federal a establecer escuelas de primeras letras en las que se impartirían en dos cursos anuales, castellano, lectura, escritura y las operaciones fundamentales de aritmética. La enseñanza no sería obligatoria y no afectaría a las leyes, futuras o vigentes, de estados, Distrito Federal o territorios. Las escuelas estarían abiertas a todos, preferentemente a los indígenas, sin distinción de sexo ni edades, y para estimular la asistencia se distribuirían vestidos y alimentos. La ley convertía al gobierno central en un agente federal de educación, inicialmente fue admitida sin gran oposición e incluso con entusiasmo por los estados, con excepción de Coahuila y Colima, celosos de su autonomía.
La ley permitiría al presidente, además, combatir el alarmante índice de analfabetismo y tener presencia en regiones alejadas.
Uno de los opositores de la ley fue el subsecretario de Instrucción Pública, Alberto J. Pañi. En sus obras, La instrucción rudimentaria en la República y Una encuesta de educación popular, en la que condensó las opiniones que recopiló acerca de aquélla, y que fue publicada en 1917, difundió varias críticas sobre la ley, calificada de "anacronismo pedagógico" pues pasaba por alto varios avances, entre ellos, la educación integral que contemplaba el desarrollo armónico de las facultades de los alumnos.
Para Pañi, el escaso presupuesto destinado a las escuelas sólo permitiría difundir la enseñanza en dosis homeopáticas. Hubo, sin embargo, consenso en la importancia de extender la castellanización, pues para muchos representaba la base para consolidar un Estado democrático. Para algunos, la federalización educativa, es decir la acción del gobierno federal en las entidades, era un atentado contra la autonomía de los estados.
En la práctica, las escuelitas no pasaron del primer año, mezclaron a niños y adultos en estrechos locales, carecieron de mobiliario y material de trabajo y, por imposición de la comunidad, no se apegaron a un programa ni a un calendario estricto. Para los padres, con frecuencia la escuela era una institución ajena. Necesitaban el trabajo de sus hijos y no había tiempo para el estudio, por lo que la deserción fue constante. De ahí en adelante, el éxito de la escuela rural dependió, en buena medida, de la habilidad del maestro para adaptarse al entorno y negociar con padres de familia y grupos de poder local.

Experiencias Revolucionarias
Las entidades legislaron de acuerdo con sus intereses y necesidades. Durante los gobiernos de Madero y Huerta poco se hizo por la educación urbana. Ambos aumentaron los sueldos de maestros, y el primero estableció comedores escolares. No obstante las convulsiones del periodo, en algunos estados tuvieron buena acogida proyectos educativos innovadores.
Llegó a México por medio de escritos y prédicas de anarquistas, y su filosofía formó parte del credo de un grupo de trabajadores de la Casa del Obrero Mundial de la capital del país. Esta pedagogía, basada en la libertad y en la razón, debería formar una juventud libre de prejuicios y fanatismos. Los maestros que se habían incorporado a las filas con frecuencia enseñaban las primeras letras a la tropa o a su séquito, mientras que las escuelas se cerraban, eran ocupadas por los soldados o abandonadas por los niños que huían de enfermedades o epidemias, tomaban las armas o suplían el trabajo de sus padres.
Los Vaivenes De La Educación Superior
Mientras la Universidad Nacional y el gobierno sostenían una relación conflictiva, un grupo de intelectuales y profesores, miembros del Ateneo de la Juventud, que se había formado en 1906, impugnaba el materialismo excesivo de la educación positivista y luchaba por una vuelta al humanismo y al espiritualismo.
En un intento por subsanar el olvido oficial y acercar a los trabajadores a la cultura, estos disidentes crearon la Universidad Popular en 1911, con Pañi como rector. Por medio de conferencias sobre temas diversos que impartían a los obreros en sus lugares de trabajo o de reunión, la elite académica pretendió mejorar la vida cotidiana de este sector.
Durante el gobierno de Huerta, uno de los secretarios de Educación, Nemesio García Naranjo, puso fin al carácter positivista de la Escuela Nacional Preparatoria, socavado ya por los ateneístas, e intentó abrirla "a todas las corrientes del pensamiento moderno".
La Universidad y la Preparatoria, en los años de lucha, estuvieron sujetas a los vaivenes políticos. Carranza no sólo faltó a su promesa de otorgar autonomía a la Universidad, sino que la debilitó al separarla de la Preparatoria y desligarla de la difusión cultural, una de sus principales funciones.
La Escuela de Altos Estudios, por su parte, transitó de impartir cursos en idiomas extranjeros a una selecta minoría en sus primeros años, a formar maestros de todos los niveles para las diversas instituciones educativas del país.

Una Nueva Legislación
Según el artículo 3° de la nueva Constitución de 1917, la educación elemental oficial sería laica y gratuita; el artículo 31 la declaró obligatoria.
La Iglesia católica en la educación fue objeto de acalorados debates. Aun cuando la mayoría de los constituyentes se confesó anticlerical, para algunos, excluir al clero de la enseñanza era un atentado contra la libertad y el laicismo, una restricción a la educación. En el Constituyente se debatió tanto el significado del concepto de "libertad", como el papel del Estado y su derecho a intervenir en algunas áreas de la vida del país. Finalmente, ambos grupos negociaron un acuerdo: el Artículo 3o definió:
La enseñanza es libre pero será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza elemental y superior que se imparta en los establecimientos oficiales. Ninguna corporación religiosa o ministro de algún culto podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria. Las escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia oficial. En los establecimientos oficiales se impartirá gratuitamente la enseñanza primaria.
La reforma sancionó la intervención del poder público en el ámbito educativo, pero no delimitó claramente las funciones de la federación ni emitió una ley que regulara las relaciones entre el orden federal y el local. Por otra parte, el artículo 14 transitorio de la Constitución suprimió la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Este precepto fue confirmado por la Ley de Secretarías de Estado del 13 de abril de 1917. Con el cambio constitucional, la Preparatoria quedó bajo la dependencia del gobierno de la ciudad de México y en 1918 pasó al gobierno federal.

La Década De La Reconstrucción, Los Años 20
La Empresa Cultural
Tras el asesinato de Carranza, Adolfo de la Huerta, cuyo breve gobierno representó un puente entre la lucha revolucionaria y la reconstrucción del país, en 1920 puso al frente del Departamento Universitario a José Vasconcelos. la necesidad de crear una Secretaría de Educación con jurisdicción nacional, lo que requirió la enmienda del artículo 73 de la Constitución, Vasconcelos devolvió a la Universidad sus funciones, le reintegró la Escuela Nacional Preparatoria y la comprometió con una obra de educación popular y de "regeneración moral".
Álvaro Obregón, sucesor de la Huerta, Vasconcelos, desde la Secretaría de Educación Pública, creada en 1921, llevó a cabo una tarea casi apostólica. Como rector de la Universidad había iniciado una campaña nacional de alfabetización con rasgos de cruzada religiosa en la que cientos de voluntarios y de profesores improvisados, maestros, alumnos, universitarios y amas de casa en todo el país combatieron a la "ignorancia" como un verdadero enemigo público.
la Secretaría, dividida en cinco departamentos: escolar, bibliotecas, bellas artes, cultura e incorporación indígena y campaña contra el analfabetismo, e inspirado en las acciones que se llevaban a cabo en la Unión Soviética, Vasconcelos emprendió una gran aventura cultural acompañado por amigos ateneístas (Antonio Caso fue el nuevo rector de la Universidad, Pedro Henríquez Ureña estuvo al frente de la Escuela de Verano, Julio Torre encabezó el Departamento de Bibliotecas), maestros y artistas.
La difusión de la lectura, el impulso a la pintura, al teatro, a la música y al deporte eran parte esencial de la nueva empresa.
De las prensas oficiales salieron 17 de los 100 títulos proyectados, en tirajes de miles de libros que incluían lecturas "indispensables", ejemplos de generosidad y de altruismo para los lectores, entre otros, La Iliada y La Odisea, Los Diálogos de Platón, Los Evangelios, Lecturas para mujeres, Leyendas clásicas para niños.
Se difundieron autores como Plotino, Tolstoi, Benito Pérez Galdós, Romain Rolland, una revista "de cultura nacional", El Maestro, alejada del gran público por su estilo académico, y otra publicación periódica, El Libro y el Pueblo, también para lectores selectos, a pesar de su título.
En la capital los teatros, cines, salones, plazas públicas, mercados, jardines y parques se transformaron en centros de alfabetización y de actividades educativas y culturales "redentoras".
Los artistas impartieron clases en las escuelas primarias: organizaron coros, bailables, enseñaron a dibujar con el método Best Maugard que rescataba los siete elementos primarios del arte mexicano.
El secretario apoyó la creatividad de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y varios más, quienes en sus murales en edificios públicos, como la Escuela Nacional Preparatoria y la Secretaría de Educación Pública, dejaron testimonio de las luchas del pueblo y contribuyeron a la creación de un espíritu nacionalista.
La campaña de alfabetización despertó desconfianza o causó indiferencia en quienes deberían ser alfabetizados; la difusión de los "clásicos" fue objeto de burlas; varios de los murales fueron destruidos o dañados porque se consideraban poco estéticos.

La Federalización ¿Labor De Apoyo?
La reforma constitucional que permitió la creación de la SEP autorizaba a la federación a establecer instituciones y sostener escuelas de cualquier tipo y grado y legislar en todo lo que se refiriera a ellas, salvaguardando las facultades de los estados.
Las escuelas municipales se habían reducido a la mitad pero albergaban a un mayor número. Muchas de ellas estaban situadas en barrios populosos, alojadas en edificios inadecuados; cerca de la mitad de los maestros carecía de título (sólo 55% era normalista).
El ayuntamiento de la ciudad se vio forzado a delegar en la Secretaría de Educación el manejo administrativo de 100 planteles, no sin gran resistencia de los maestros. Vasconcelos remodeló escuelas y fundó centros escolares en el corazón de colonias populares pero brilló más la construcción o renovación de majestuosos edificios públicos, como el de la propia Secretaría, en el que aún se encuentra alojada.
Para "federalizar" la enseñanza y tener presencia en las diferentes entidades, la SEP firmó contratos o convenios con la mayoría de los estados: subvencionó, fundó y se apropió de escuelas e instituciones o desarrolló una acción educativa paralela a la estatal o independiente de ella, y llegó, en algunos casos, a la centralización total.
La acción del gobierno federal se dirigió preferentemente al medio rural pues los campesinos, 75% de los 15 000 000 de habitantes del país, habían estado ancestralmente alejados de la escuela. Según el censo de 1910 el país contaba con 47 082 poblaciones rurales, de las cuales 96% tenían menos de 500 habitantes.
La educación escolar debería moldear un nuevo hombre, sano, diligente y moral, y homogeneizar hábitos y costumbres en bien de la unidad nacional. Las enseñanzas de los maestros rebasaron los muros del aula e intentaron alcanzar a la comunidad, alterando su ritmo de vida, enfrentando resistencias y concertando espacios de poder con autoridades locales. Docentes y escuelas se hicieron sobre la marcha, con ayuda de los vecinos o luchando contra ellos. Las escuelas con frecuencia se basaron en estructuras sociales tradicionales y los maestros, a menudo, adaptaron los lincamientos oficiales a las necesidades o exigencias de sus educandos.
Los jóvenes estudiantes, convertidos en misioneros laicos, deberían formar maestros o monitores para las Casas del Pueblo donde, además de enseñar a los niños, congregaban a los adultos en sesiones nocturnas. Las Misiones Culturales, creadas en 1923, que consistían en grupos de expertos con diferentes conocimientos y habilidades.

Cambio De Rumbo
El presidente sucesor, Plutarco Elias Calles, impulsó un gobierno de leyes e instituciones y puso mayor acento en la educación como pilar de un programa económico nacionalista y de desarrollo rural. Calles se comprometió a extender la educación rural multiplicando escuelas. Buscó "civilizar" a los indígenas, homogeneizar sus hábitos y manifestaciones culturales y hacer al trabajador más productivo y eficiente, así como modernizar y moralizar a la población por medio de una religión cívica y de campañas contra el fanatismo y en pro de una vida sana e higiénica.
Calles promovió la enseñanza técnica; hizo hincapié en "lo revolucionario"; en difundir entre los trabajadores "libros que los hacen capaces de luchar por la vida" y folletos sobre industrias y cultivos, en vez de la literatura "ejemplar" y clásica de Vasconcelos, e impulsó un arte "útil" que capacitara para ganarse la vida, entre otras acciones.
Las "bases" de la Escuela de Acción habían sido aprobadas durante el gobierno de Obregón a instancia de algunos profesores enviados a Estados Unidos.
La nueva pedagogía trajo consigo la coeducación, poco aceptada por los padres de familia, y reemplazó paulatinamente los ceremoniosos exámenes públicos con ejercicios académicos.
Las innovaciones causaron desconcierto entre los maestros, quienes exageraron los trabajos manuales en detrimento de los académicos; despertaron el rechazo o bien la adhesión entusiasta de los padres de familia y fueron un motivo más de tensión entre autoridades, maestros y comunidades
La pedagogía activa siguió orientando la práctica escolar por varios años, y los maestros la aplicaron según su conveniencia, o bien de acuerdo con los intereses o dictados de la comunidad.

MAESTROS PARA EL CAMPO
las Casas del Pueblo cambiaron su nombre por el de escuelas rurales, se esforzaban cada vez más por transformar los hábitos domésticos; modernizar las técnicas agrícolas y las industrias rurales; combatir supersticiones, prácticas arcaicas y vicios; promover campañas de higiene y salud; fomentar la recreación, las manifestaciones artísticas y los deportes. Los maestros rurales estaban poco preparados para estas tareas: 20% no había estudiado más allá del 4o, 50% había terminado su educación primaria, y aproximadamente 8% "había visitado una escuela normal, o cursado en ella uno o dos años".
Si bien lo ideal era ser egresado de la primaria, la Secretaría de Educación sólo exigía al futuro maestro haber cursado 4o.
El gobierno callista dio un débil impulso a la formación de maestros rurales iniciada durante el régimen anterior, con la creación de la Normal Federal de Tacámbaro, Michoacán que se sumó a las varias normales rurales dependientes de los gobiernos locales.
La federal se formó con escasos recursos y sólo dio 39 egresados en cinco años; siete más abrieron sus puertas durante el régimen de Calles, prácticamente sin requisitos para el ingreso.
Estas escuelas lucharon arduamente por su sobrevivencia pues apenas recibieron atención y fondos, quizás porque al presidente le interesaba más la formación de agricultores que de maestros. Los egresados tuvieron poco peso en el panorama educativo nacional.
En 1924, la Escuela de Altos Estudios, convertida en la Facultad de Filosofía y Letras, creó una especialización de educación rural, para formar maestros, inspirada en la que se ofrecía en Teachers College.
La Escuela Central Agrícola, la más representativa de los anhelos del régimen, debería formar agricultores prósperos y modernos, semejantes a los Farners de Estados Unidos.
La Escuela Regional Campesina, que debería formar expertos agrícolas y maestros de agricultura.
Sin duda también influyó en esta transformación el que varios alumnos se entrometieron en la política de sus localidades o que otros, con el apoyo de Calles, se organizaron para exigir tierras y formar cooperativas.
Otra razón para incorporarlas a la SEP fueron los numerosos conflictos entre los directores de las escuelas y las autoridades municipales.

Un Nuevo Ciclo Escolar
Desde que vio la luz en 1867 la Escuela Nacional Preparatoria había sufrido numerosos cambios en métodos y planes de estudio para remediar el alto índice de deserción y despojarla de su carácter elitista
Vasconcelos y el subsecretario Bernardo Gastelum intentaron, en vano, uno más. Las tirantes relaciones entre el secretario y el recién nombrado director de la Preparatoria, Vicente Lombardo Toledano, se rompieron en 1923 por la reacción un tanto desmedida del primero frente a un acto de desorden de un grupo de estudiantes.
La reforma de la Escuela Nacional Preparatoria, según el mismo Calles, tuvo como propósitos "democratizar" la enseñanza ofreciendo salidas a quienes no podían realizar estudios profesionales y evitar que los estudiantes se involucraran en actividades ajenas a su quehacer académico. Por ello los jóvenes estuvieron sometidos a un rígido programa y a férreas medidas disciplinarias. En la ciudad de México se establecieron inicialmente seis planteles y paulatinamente se fundaron en los estados, mientras que las privadas se multiplicaron con rapidez. La Universidad resintió por largo tiempo la mutilación de la Preparatoria y este hecho ahondó la brecha entre la Universidad y los gobiernos revolucionarios.
Varias instituciones como el Instituto Técnico Industrial y la Escuela Técnica Nacional de Constructores buscaban convertir a los varones en trabajadores eficientes.

La Incorporación Del Indígena
El Departamento de Escuelas Rurales e Incorporación Indígena sustituyó al Departamento de Cultura Indígena, con la misma idea de años anteriores: bastaba un mismo sistema educativo para todos. En estos primeros tiempos Sáenz tuvo la obsesión de crear una misma civilización del mosaico cultural que era México.
los maestros con frecuencia mostraban su falta de sensibilidad hacía las costumbres de sus alumnos y atentaban cotidianamente contra ellas: cortaba el pelo a los varones, obligaban a niños y niñas a sentarse juntos, prohibían a las niñas cubrirse la cabeza, castigaban a quienes hablaran la lengua materna, por citar algunos ejemplos.
Los niños no podían asimilar las materias escolares, adaptarse al horario, al encierro en el aula. No faltó algún maestro que los atara a la silla o al pupitre para que no huyeran. Sáenz lamentaba que los pequeños que eran vivaces y alegres en sus hogares, en la escuela se volvían taciturnos y apáticos.
El aprendizaje forzoso del español, la prohibición oficial del uso de "dialectos" en el salón de clase y las humillaciones y castigos que sufrieron los infractores fueron otros motivos de resistencia a la escuela. La SEP recomendó el libro de Rafael Ramírez, Cómo dar a México un idioma, pero no lo hizo accesible a los maestros que se vieron obligados a seguir su intuición y a desarrollar su inventiva.
El objetivo era castellanizarlos y familiarizarlos con el modo de vida citadino para que regresaran a sus comunidades a "civilizar" a los suyos. En la Casa los alumnos fueron "desindianizados": transformaron sus vestimentas, les cortaron el pelo, los sometieron a un nuevo régimen alimenticio y además, a todo tipo de estudios antropomórficos y sicológicos, en boga en varios países de Europa y en Estados Unidos, para comprobar su pureza racial y su inteligencia.
Un acierto, sin embargo, fue alentar a los alumnos a hablar su lengua fuera de las aulas y a aprender el español por medio de traducción, lo que demostró las ventajas del bilingüismo.
En 1932, sólo 126 exalumnos, 23.5% de los egresados, ejercían el magisterio. No obstante, la experiencia mostró el valor de las diversas culturas.
la SEP optó por la creación de once internados indígenas en el corazón de las comunidades en varios estados de la República, con el fin de no aislar a los jóvenes de su entorno y además irradiar un modo "civilizado" de vivir entre los vecinos.


Iglesia Frente A Estado
La Iglesia católica y los padres de familia adoptaron una actitud retadora frente a los límites que el artículo 3° imponía a lo que consideraban sus derechos.
Durante el gobierno de Obregón desobediencias y desafíos de parte de los católicos y represiones y provocaciones u omisiones del gobierno crearon un ambiente tenso, no obstante que la aplicación del artículo 3o se pasó por alto.
el problema de México era la falta de escuelas y había que alentar su creación, aunque fueran del clero.
Para Calles, la Iglesia católica representaba un poderoso rival y un obstáculo a sus planes modernizadores.
En 1925, el mandatario apoyó la Iglesia católica, apostólica, cismática del patriarca José Joaquín Pérez, lo que llevó a la sociedad católica a formar la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa y a organizar un boicot con el fin de paralizar la vida económica nacional.
La Unión Nacional de Padres de Familia como un atentado más a sus derechos, forzó al secretario de Educación a contemporizar, quizás para no agudizar el conflicto, y a reafirmar el papel moral de la escuela, implantando un Código de Moralidad "que formaría en el corazón de los niños los más puros sentimientos, para hacer de ellos, hombres útiles a la sociedad.
La Ley Calles señalaba las penas para los delitos e infracciones en materia educativa y de culto religioso. En respuesta, el episcopado suspendió el culto público e instó a los padres a no enviar a sus hijos a la escuela; a su vez, el gobierno prohibió el culto privado y desató una verdadera persecución contra prácticas religiosas y escuelas clandestinas.
El conflicto religioso se extendió por Jalisco, Guanajuato y Michoacán, entre otros estados, y unido a otros agravios, como la política agraria, derivó en la guerra Cristera, en una escisión social difícil de superar y en un marcado descenso de la asistencia a la escuela.


Un Nuevo Camino Para La Federalización
Para crear un sistema educativo paralelo e independiente al de los estados que en 1926 había directores de educación federal en prácticamente todos.
Los estados impulsaron significativamente la educación para reducir al mínimo la injerencia de la SEP, como Tabasco donde sólo había 18 escuelas federales y Yucatán que contaba con dos. Los delegados del gobierno central dejaron claro con su discurso que el sistema federal buscaba la cooperación y no la competencia con el estatal, pero se negaron a unificar programas. En el mismo año había en el país 2 596 escuelas federales, prácticamente todas unitarias, es decir, de un solo grupo de diversas edades confinado en una sola aula con una inscripción de 184 720 alumnos.
El Estado de México iba a la cabeza con 218 escuelas, mientras que en el resto del país la presencia federal significaba, en promedio, 10% de la acción educativa.
Pocos alumnos pasaban del primer año y apenas 12% llegaban a cuarto.
En Hidalgo y Veracruz sólo 25% de los niños en edad escolar asistían a la escuela; pocas entidades, como Nayarit, podían jactarse de tener a la mitad de la población infantil inscrita.

La Década Radical. Los Años 30
La Escuela, Apoyo Del Cambio Social
A partir de finales de los años veinte, la radicalización de la cultura escolar derivó del esfuerzo de organizaciones estudiantiles y obreras por darle a la educación mayor contenido social, del contacto de maestros con campesinos y trabajadores, del éxito de métodos educativos revolucionarios, de los reacomodos de grupos de poder, de la crisis económica de México de 1926 y de la capitalista de 1929 que mostró al socialismo como una solución próxima.
Obregón quien había logrado una reforma constitucional para ser reelegido en 1928, llevó a la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, que agrupó a numerosos pequeños partidos políticos e inauguró el Maximato.
El promedio nacional de analfabetismo alcanzaba 66% y en estados como Guerrero, Oaxaca V Chiapas, más de 80%. En una muestra de 3 611 pueblos que contaban con maestro y más de 500 habitantes, la maquinaria agrícola era inexistente, menos de la mitad tenían arados de acero, 7% carecían de mercados locales y más de 50%, de tiendas.
En estos años la SEP publicó también Fermín, libro de lectura del maestro Manuel Velásquez Andrade, dedicado a los niños del campo.
El triunfo de la Revolución significó la realización de los anhelos de una vida mejor para toda la familia.
El año de 1929 fue testigo de varios sucesos trascendentes en México y en el mundo: además de la creación del PNR, la rebelión de un grupo de militares contra Calles y el presidente Emilio Portes Gil que puso en jaque "la estabilidad" de la Revolución; la estrepitosa caída de la Bolsa de Valores de Wall Street; la campaña vasconcelista por la presidencia de la República y la autonomía de la Universidad Nacional.
Con la supresión de la Secretaría de Instrucción Pública en 1917, la Universidad pasó a depender directamente del ejecutivo hasta que Vasconcelos la recuperó para la SEP.

La Creciente Centralización
En 1930 la influencia del gobierno central en las entidades era aún débil. En ese año, la Asamblea Nacional de la Educación asignó a la Federación las zonas más aisladas para establecer escuelas y resolvió, en papel al menos, la homologación de sueldos del magisterio federal y local.
El licenciado Bassols, el secretario de Educación más prominente de los gobiernos de Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, firmó en 1933 un acuerdo con Chihuahua para "federalizar" o asumir por completo la educación primaria en el estado, contraviniendo las resoluciones de la Asamblea que habían dejado a la federación el papel de simple auxiliar.
la Ley del Trabajo reglamentaria del artículo 123 de la Constitución que imponía a los patrones la obligación de mantener escuelas para los hijos de los trabajadores si las negociaciones o centros rurales estuvieran situados a más de 3 km de las poblaciones y el número de niños tuera mayor de 20.
la laicización de la escuela secundaria que dio a la SEP control sobre 37 escuelas privadas, es decir, necesitaban apegarse a los dictados y programas oficiales para que sus estudios fueran reconocidos, y el proyecto de educación sexual.
El solo anuncio de la recomendación del Congreso Panamericano del Niño en 1930 en Lima, Perú, y de la Sociedad Eugenésica Mexicana de un programa de educación sexual para los últimos dos años de la primaria y la secundaria puso a la Unión de Padres de Familia en pie de lucha, lo que tuvo eco en varios estados e hizo desistir a Bassols.
El "Problema" Indígena
Para principios de la década de los treinta, autoridades y maestros comprobaron que la escuela era no sólo ajena a las costumbres y necesidades de los campesinos sino un estorbo en su vida cotidiana; había sido impotente para cambiar costumbres y no había logrado siquiera enseñar el español a los monolingües.
El contacto con las comunidades rurales y con experiencias de otros países americanos, particularmente de Perú y el pensamiento de José Carlos Mariátegui, convenció a Sáenz de que el factor económico era determinante de la condición del indígena.
El estado lamentable de las escuelas y sí poca aceptación entre los campesinos; la apatía y limitada preparación de los maestros; la resistencia de la comunidad y la lejanía de los investigadores con la cultura local persuadieron a Sáenz de la necesidad de una oficina especial para resolver "el problema" indígena, lo que influyó en la creación del Departamento de Asuntos Indígenas (1936) del cardenismo.
Una Reforma Polémica
A finales del gobierno de Abelardo Rodríguez, el último gobierno del Maximato, fue aprobado el Plan Sexenal del Partido Nacional Revolucionario ideado por el grupo callista para encauzar (y limitar) las acciones del futuro presidente Lázaro Cárdenas.
dentro del seno de la Segunda Convención Ordinaria del PNR y fuera de él, culminaron los esfuerzos de un grupo radical quintero a la Convención por rumbos distintos a los planeados por los callistas.
En el seno del Io Congreso de Universitarios Mexicanos, el 7 de septiembre de 1933, Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano se enfrentaron en una intensa polémica sobre el carácter y la misión de la Universidad
una visión humanista del papel de la institución, defendió la vocación cultural y de enseñanza de la Universidad, así como la libertad de cátedra, y Lombardo, marxista, el compromiso de la Universidad con la sociedad y con un proyecto revolucionario.
La educación socialista no pudo imponerse en la Universidad. El presidente respondió con la concesión de la autonomía total a la Universidad "para que no cayera en sus espaldas el peso del fracaso", medida interpretada como un ataque frontal y una maniobra del Estado para dejarla morir de inanición.
EL Plan Sexenal fortaleció la figura presidencial y permitió a Cárdenas llevar a cabo varios cambios revolucionarios. En el aspecto educativo, reforzó el papel del Estado como educador, conferido por la Constitución de 1917, y además estipuló que la educación debería ser popular y extensiva y se relegarían las profesiones liberales para impulsar la educación técnica.
La reforma del artículo 3o en 1934, aprobada en octubre, dos meses antes de que Cárdenas asumiera la presidencia, puso de nuevo a la sociedad en pie de lucha.
de acuerdo con el cambio del artículo 3o. El artículo 3o reformado estipulaba que:
La educación que imparta el estado será socialista y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.
La falta de precisión del concepto "socialista" causó desorientación y provocó diversas interpretaciones, no obstante que durante los debates en el Congreso varios diputados, entre ellos Manlio Fabio Altamirano, representante de Veracruz, y Alberto Bremauntz se pronunciaron a favor del marxismo.
El gobierno, por su parte, creó el Instituto de Orientación Socialista con delegaciones en los estados, con el fin de guiar la nueva educación por medio de cursos breves, ciclos de conferencias para los trabajadores y padres de familia, así como otros medios de propaganda.
Las autoridades, por su parte, se referían indistintamente al socialismo como un régimen de mayor equidad o en términos marxistas, como una sociedad sin clases. Los textos y programas hablaban de justicia social y conflicto de clases. Los planes de estudio en los niveles superiores, en las normales y las regionales, incluían el socialismo científico y el análisis de las luchas de los trabajadores. En las primarias y secundarias buscaban hacer consciente al estudiante de su responsabilidad en la construcción de una sociedad equitativa.
De acuerdo con el modelo pedagógico de la Unión Soviética, los programas se dividían en tres áreas: naturaleza, trabajo y sociedad, que darían una explicación "racional y exacta de los fenómenos físicos", y buscarían destruir falsas creencias sobre fenómenos naturales, y proporcionarían un fundamento científico de la desigualdad social y de la lucha de clases". El gobierno emprendió el combate al analfabetismo, que continuaba siendo alarmante, mediante la Campaña Nacional de Educación Popular que involucró a departamentos de Estado, organizaciones políticas, centrales obreras y grupos campesinos y que tuvo como aliadas a las radiodifusoras del Departamento Autónomo de Prensa y Propaganda y a estaciones locales de los estados.
Además de impresos de todo tipo, el gobierno puso en manos de niños y adultos varios textos de lectura, las series SEP para los trabajadores urbanos y para los niños de la ciudad y Simiente para los campesinos, grandes y pequeños. Estos textos, ilustrados por los integrantes de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios formada en 1933, trataban sobre los antagonismos de clase, mostraban una sociedad maniquea dividida entre buenos, los trabajadores, y malos, los burgueses.
La nueva orientación educativa influyó de manera desigual en la vida escolar. Varios maestros persistieron en buscar una vida mejor para las comunidades, modificando apenas sus actividades cotidianas; algunos se aliaron a la lucha de los trabajadores en detrimento de su labor académica.
El maestro empleaba parte de su tiempo en redactar peticiones de tierras, actas de cooperativas, gestionar créditos, presidir sesiones de sindicatos y fomentar simpatía para Cárdenas.
La interpretación del concepto socialista llevó a varios maestros a una guerra sin cuartel contra la religión, a transformar iglesias en escuelas, centros culturales o salones de baile, a quemar imágenes, perseguir sacerdotes y desmentir las enseñanzas familiares. En el espacio escolar festivales o ceremonias cívicas sustituían a las tradicionales fiestas religiosas, la bandera rojinegra a la de la patria y La Internacional o El Agrarista al Himno Nacional.
El Departamento de Educación Obrera, inaugurado el Io de enero de 1937, buscó formar en los obreros "un criterio revolucionario", atender a su educación básica y media y allanar   el camino para la educación superior.
El Departamento creó primarias y secundarias nocturnas en el Distrito Federal y en los estados y en su primer año de vida atendió a más de 12 000 alumnos. Además de escuelas de arte se crearon Brigadas Culturales en el seno de los sindicatos, lo que hizo repuntar la asistencia.
El aumento del presupuesto para la enseñanza técnica fue espectacular: de 2 330 937 pesos en 1934 a cerca de 9 000 000 en 1940.
El cambio de rumbo en la política para asimilar a los indígenas se hizo evidente en el Congreso Indigenista de Pátzcuaro de 1940 que reunió a indigenistas de todo el continente americano y en el que el aspecto económico del "problema" desplazó al cultural.
Un Balance
En 1934, las reformas legales habían dejado el manejo técnico y administrativo de las escuelas en manos de la federación, y además obligaban a las entidades a ajustarse a métodos y programas de la SEP.
El número de primarias federales había aumentado de 200 en 1921 a 14 384, más del doble de las que sostenían los gobiernos y municipios, atendidas por 18 338 maestros. La federación era responsable de ocho escuelas de Bellas Artes; 18 Misiones Culturales convertidas a finales del sexenio en Brigadas de Penetración Indígena, que deberían limitar su acción a las comunidades habitadas por grupos étnicos (las autoridades pensaban que así se evitaría que los misioneros se aliaran con los campesinos y los apoyaran en la reforma agraria y en otras luchas por sus derechos); 32 Regionales Campesinas que habían graduado a 3 162 alumnos como maestros rurales; varias normales rurales y normales federalizadas en diversos estados; 184 secundarias, siete secundarias fronterizas y 30 internados indígenas.
Los programas y planes de estudio federales, igual que en el pasado, servían de norma y en prácticamente todos los estados se intentaba poner en marcha, aunque con grandes diferencias, la nueva orientación socialista. Para fines de la década la escuela había ganado un lugar en la vida cotidiana de las comunidades y de los grupos urbanos.
En 1940 el recién creado sindicato de maestros STERM puso en marcha una Campaña Nacional Pro Federación de la Enseñanza. No llegó más allá de lo logrado por el gobierno federal debido a la oposición de gobernadores y algunos maestros.
La federalización de la enseñanza fue paralela a la de otros ámbitos de la vida nacional y tuvo una función significativa en el proceso centralizador del Estado.
El gobierno federal conquistó áreas estratégicas en los estados mediante una lucha tenaz y contribuyó al cambio de las relaciones de poder en las localidades. La construcción del Estado posrevolucionario se logró, en muchos casos, minando las bases del poder regional.

La educación socialista perdió terreno y en el gobierno de Manuel Ávila Camacho fue sustituida por la escuela del amor y de la unidad nacional.


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